Este principio determina que los principios de orden
estable, correspondencia uno-a-uno y cardinalidad puedan ser aplicados a
cualquier conjunto de unidades. Según este principio, el
conteo puede ser aplicado a cualquier clase de objetos
reales e imaginarios.
De este modo, los cambios de color u otros atributos
físicos de los objetos no deben redundar en los juicios cuantitativos de
las personas en este caso niños que, habiendo logrado esta noción, los
contarán como cosas. Este principio lo adquirirá el niño en torno a
los tres años.
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