Como una función de contar es asignar valores cardinales a
conjuntos para diferenciarlos o compararlos, es importante que los niños
no sólo generen una secuencia estable y asignen una etiqueta, y sólo una,
a cada elemento de un conjunto, sino también que empleen una secuencia de
etiquetas distintas o únicas. Por ejemplo, un niño puede usar la secuencia “1,
2, 3, 3” de manera sistemática y emplear estas etiquetas en una
correspondencia biunívoca, pero como no todos sus elementos están
diferenciados, etiquetará de la misma manera conjuntos de tres y cuatro
elementos (con la designación cardinal “3”) (Baroody y Price, 1983). Incluso
cuando un niño tiene que recurrir al empleo de términos no convencionales,
la apreciación del principio de unicidad(comprender la función diferenciadora
de contar) le impediría escoger términos empleados previamente. Por
ejemplo, el empleo sistemático de la secuencia no convencional “1, 2,
3, diecionce” etiquetaría erróneamente conjuntos de cuatro elementos pero
al menos los diferenciaría de conjuntos con menos elementos.
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