La secuencia de números a utilizar ha de ser estable y estar
formada por etiquetas únicas, y poder repetirse en cualquier momento para
facilitar su aprendizaje a los niños. De este modo, niños de muy corta
edad son capaces de detectar muy fácilmente cuándo se produce una
asignación completamente aleatoria en el conteo (i.e.: 2, 5, 3, 9, 24...),
aunque les cuesta mayor dificultad si esta secuencia respeta un orden de
menor a mayor (1, 2, 5, 6, 9, 10...). De este modo cuanto más se aleja la
secuencia del orden convencional más fácil resulta detectar el error. En
edades anteriores, cuando los niños cuentan, asignan los número
arbitrariamente o empiezan a contar por cualquier número (5, 8, 2...). Se
debe seguir una secuencia para contar de manera que se llegue a un límite
propuesto.
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